Competitividad: El Caso de ALC y China

La región latinoamericana y caribeña, especialmente ahora en las condiciones del actual proceso de globalización, debe mantener importantes ritmos de competitividad con otras naciones, emergentes y no emergentes en el mundo. Uno de esos casos es China. Se trata de una situación notable que ya ha llegado a competir exitosamente en materia de comercio internacional. Para 2005 el país oriental ha llegado a desplazar a México como segundo socio comercial, tan sólo superado por Canadá.

El propósito de este subcapítulo es enfocar ahora la discusión más allá de los aspectos cuantitativos y cualitativos del comercio internacional en función de los acuerdos de integración. Se trata de ubicar el análisis, en función de la competitividad que se debe enfrentar, con otros actores que tienen una presencia importante en el medio internacional. Uno de esos actores, además de la India, Rusia, los Tigres Asiáticos y Europa del Este, es China.

Al estudiar la competitividad de ALC y China, un factor que aparece como de primera magnitud es el de la “masa crítica” de los mercados. China posee una mayor capacidad productiva, si no real o actual, al menos en perspectiva. El mercado chino es más del doble de toda Latinoamérica junta, 1,300 millones a 512 millones de habitantes. Esto atrae la capacidad de inversión, hace ver que la demanda efectiva interna puede ser un gran motor del desarrollo.

En segundo lugar la capacidad negociadora china descansa, entre otras condiciones, en su unificación al momento de presentar propuestas. En una sola negociación, se puede tener acceso a 1,300 millones de personas como potenciales consumidores. En Latinoamérica para acceder a 512 millones de habitantes es necesario negociar con 34 naciones, todo ello en medio de las capacidades limitadas de negociación y de los factores culturales que acompañan a una negociación con la región.

Esta segunda condicionante hace que las negociaciones privilegien a dos grupos de naciones. En primer lugar las economías grandes, Argentina, Brasil y México; estos países contienen el 75% de la producción total del área. Un segundo grupo de naciones importante es el de las llamadas economías medianas-grandes, Colombia, Chile, Perú y Venezuela. Este grupo de cuatro países, conjuntamente contienen el 15% de la producción total regional. De manera que al negociar con siete naciones se cubre el 90% del mercado latinoamericano.

Una tercera condicionante está relacionada con la estabilidad política que ventajosamente ofrece China. Los inversionistas a largo plazo, en especial, requieren que funcionen las instituciones y que existan condiciones de seguridad y estabilidad durante muchos años.

A medida que las inversiones crean empleo, tienen mayores efectos multiplicadores y se insertan efectivamente en las condiciones económicas de los países creando oportunidades laborales productivas, por lo general, requieren de muchos años para llegar al punto de equilibrio. Es decir sólo en el mediano o largo plazo llegarán a obtener utilidades totales, más allá de la cobertura de los costos variables. China ofrece esa mayor garantía, a pesar de las controversiales condiciones de producción internas.

Una cuarta condicionante fundamental se centra en la capacidad de aprovechamiento de las economías de escala en las inversiones. Este carácter esta relacionado con la masa crítica de la economía. Las mayores inversiones prefieren mercados grandes y estables. De allí por ejemplo, que aun en términos per capita, la inversión tienda a ser mayor en Brasil y México que en San Kitts y Nevis, o en Dominica. Existen excepciones desde luego, como podría ser el caso de Costa Rica.

Las repercusiones de las políticas comerciales de ambos bloques parecen encaminadas a fortalecer el carácter de la liberación comercial, pero en sentidos que son contrastantes. En China, la situación se ha caracterizado por la liberación comercial de las exportaciones, pero teniendo control sobre las importaciones. Esto ha redundado en que la cuenta corriente en general de la balanza de pagos, y la balanza comercial, en un sentido más específico, presenten resultados positivos para el gigante asiático.

Una situación contrastante se tiene en Latinoamérica. En esta región uno de los problemas más recurrentes, junto a la tendencia declinante de los términos de intercambio, es el conjunto de resultados en rojo, deficitarios en la cuenta corriente y en la balanza comercial. Esto hace que se requieran fondos para financiar esos desbalances. Los fondos han surgido del endeudamiento, o bien del envío de remesas familiares, o de devaluaciones. Es un problema central en el entendimiento de los problemas del desarrollo de la región.

Lo que América Latina hizo, especialmente a raíz de la aplicación de los programas de ajuste estructural, fue liberalizar tanto las exportaciones como las importaciones. Esto ha hundido los números de las balanzas comerciales, salvo el caso casi permanente de Venezuela. En este país el ingreso de circulante en cantidades considerables, producto de la elevación de los precios del petróleo, permite tener recursos que bien administrados podrían estabilizar la economía de esa nación.

Las repercusiones en las relaciones comerciales tienen varios enfoques de tendencia que hasta el momento parecen ser amenazantes para Latinoamérica.

Una primera tendencia es la de dejar a la región como productora acentuada de materias primas. Esto incluso se ve animado en las condiciones actuales. Mucho del crecimiento económico latinoamericano –el año 2004 el aumento de la producción fue de 5.6%, el mejor desde 1980- está asociado al alza del precio de las materias primas.

¿Cuál es la causa de este ascenso? Con mucho, ha sido la mayor demanda, el mayor crecimiento económico que se ha agregado por parte de China e India, a los centros de demanda y crecimiento tradicionales, representados por Estados Unidos-Canadá, Europa Occidental y Japón.

La gran “sed” petrolera de China, por ejemplo, unida a una reducida capacidad de refinación y los “golpes” que han sufrido importantes zonas de extracción –caso de los huracanes Katrina y Rita, que asolaron la región del Golfo de México en septiembre y octubre de 2005- han resultado alentando las exportaciones tradicionales. Aún el café se ha beneficiado de esta tendencia, lo que también ha sido similar en los casos de minerales, como el cobre. El riesgo es continuar produciendo bienes que no tienen mayor valor agregado, y que por tanto tienen limitantes en poder ampliar la demanda agregada de los mercados internos de la región.

La segunda tendencia es a complicar más el panorama de la integración. Aquí surgiría con mayor dramatismo una disgregación. Mientras la subregión de México-Centroamérica y el Caribe se unifican más a la economía de Estados Unidos, el grupo andino se subdivide (Colombia, Perú y Ecuador se inclinan hacia la potencia del norte) mientras que Bolivia depende más del Mercado Común del Sur (MERCOSUR). Venezuela, entre tanto, tiende más por razones políticas, a integrarse también con MERCOSUR.

Las naciones de este último bloque tenderían a diversificarse, caso de Chile, o bien a acentuar sus nexos con Europa (casos de Brasil y Argentina). Uruguay y Paraguay tienden a ser más interdependientes, también el caso de Bolivia, de circuitos de comercio intrarregionales.

Con base en las dos tendencias anteriores, Latinoamérica estaría exportando más materia prima a China, y perdiendo la posibilidad de mayor valor agregado, a la vez que debilita su integración en términos efectivos. El resultado sería una mayor dependencia comercial de la región y una posición más marginal en el contexto mundial, si continúan las tendencias decrecientes en los términos de intercambio.

Tómese en cuenta además, el dinamismo exportador chino. Mientras las exportaciones latinoamericanas han crecido casi un 5% en los pasados cinco años, las exportaciones chinas lo han hecho en casi 15%. Latinoamérica aportaba un 8% de las exportaciones mundiales en 1960, y un 5% en 2004. Y para este último año, es de resaltar que un 50% de las exportaciones de la región lo realizaba México; es decir que sin este último país, Latinoamérica participa en el comercio mundial con 2.%% de las exportaciones.

Lo importante, en todo caso es reconocer que la competitividad de los países se basa en la generación y fortalecimiento de su capital macrosocial. No es posible por motivos de espacio, agotar este tema aquí, pero se presentará un apretado resumen. Este capital macrosocial, consiste básicamente en seis variables interdependientes.

Una de ellas es la capacidad de infraestructura que se posea. Si lo que deseamos son las inversiones de largo plazo, las que se articulan a la economía y producen trabajos, oportunidades laborales estables y con ingresos decorosos, se requiere que existan condiciones que permitan la productividad. Este sería el caso de contar con un eficaz sistema de carreteras, puertos, e interconexiones.

Otra dimensión del capital macrosocial es la preparación de los recursos humanos. Esto es vital. No se trata sólo de que la mano de obra sea barata, sino esencialmente productiva. De allí que uno de los postulados fundamentales en la teoría económica del desarrollo, respecto a recursos humanos, sea la de aumentar sus capacidades –educación- y la de ampliar sus oportunidades en el sistema productivo –empleo.

Una dimensión que se encuentra muy relacionada con los recursos humanos es de contenido menos tangible, pero no por ello menos importante. Se establece en función de la cultura, lo que podría ser la cultura corporativa que se podría desarrollar en un país o región determinado. Por ejemplo, los trabajadores latinoamericanos que llegan a Estados Unidos pueden no tener la mejor preparación, pero presentan una actitud muy proclive a desarrollar bien el trabajo en términos generales. Buscan en la potencia del norte las oportunidades de subsistencia que no encuentran en sus países de origen.

Una cuarta dimensión está dada por el funcionamiento eficiente de la institucionalidad de un país. Esta variable ha llegado a ser tan valorada, que se ha conformado toda una corriente en el pensamiento económico en función del desarrollo, el llamado neo-institucionalismo. Esta fue la base para otorgar el Premio Nobel de Economía al Profesor Douglas North en 1993. Se trata de que las “agencias” cumplan con su función de intermediación, y de aseguramiento de las funciones en un sistema económico determinado.

Una quinta dimensión está dada por la estabilidad macroeconómica. En términos generales se tiene que una devaluación de la moneda, tiende a promover el mayor desarrollo de las exportaciones y a disminuir las importaciones, ya que estas últimas se encarecen. Al contrario, si la política es de sobrevaluación o bien de apreciación de la moneda, son las importaciones las que se abaratan y las exportaciones dejan de tener precios competitivos en el mercado exterior. En el primero de los casos señalados, la balanza comercial tiende a proporcionar resultados positivos. En el segundo a mostrar déficit.

Cuando se devalúa la moneda las mejores oportunidades de negocio se centran en los bienes transables, es decir de comercio exterior del país. Y son los bienes no transables o de comercio al interior del sistema, los que se ven alentado, con una política de apreciación. El hecho de mantener estable la política macroeconómica –que involucra además de la política cambiaria ya citada, la política fiscal y la monetaria- permite identificar normas más permanentes para la inversión y por tanto para la generación de empleo productivo.
Finalmente es importante que un país posea estabilidad política y el funcionamiento de estado de derecho para poder aumentar las posibilidades de sus ventajas competitivas.

En todo este contexto de consideraciones, China en comparación con la percepción como región de Latinoamérica, ha mostrado contar con mejores condiciones para el desarrollo económico en general. Sigue siendo muy cuestionado el sistema de relaciones económicas que opera al interior –nivel subsistémico- de la sociedad china. A nivel de países latinoamericanos en particular, los que muestran mejores condiciones en cuanto a capital macrosocial son Costa Rica, Chile y hasta cierto punto México.

Como citar este artículo: 

Giovanni E. Reyes "Competitividad: El Caso de ALC y China" [en linea]
Dirección URL: https://www.zonaeconomica.com/latinoamerica-china (Consultado el 16 de Oct de 2024)



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