El dólar, los precios del petróleo y del acero atizan la inflación

El dólar, los precios del petróleo y del acero atizan la inflación

Sin regulación de los mercados y bajo el respeto absoluto al sacro principio de la no intervención del Estado en la economía, dejando a la suerte de la oferta y la demanda la determinación de los precios. En los mercados petroleros los precios continúan subiendo rompiendo récord tras récord; pero no es la escasez quien los está empujando al alza, sino la especulación que reina en ellos y la desconfianza en uno de los símbolos de la economía capitalista mundial: las bolsa de valores y el dólar.

Este lunes, al medio día, los precios del petróleo habían roto la berrera de los 143 dólares. El barril de petróleo Brent, de Mar del Norte, se vendía ya en 143.91 dólares en Londres y el "Light Sweet", en Nueva York, a 143.67 dólares. Esto, luego que el jueves y viernes pasados se establecieran nuevos récords históricos, después que los precios batieran la barrera de los 140 dólares el jueves y el viernes la de los 141 dólares, cotizándose por encima de los 142 dólares. El jueves ya, el barril de petróleo llegó a cotizarse hasta en 140.39 dólares en Nueva York y en 140.38 en Londres, pero un día después, estos récords fueron superados al llegar a venderse a 142.99 dólares el barril en Nueva York y 142.97 en Londres.

Esta carrera alcista que viven los mercados petroleros, ha estado impulsada por la continua depreciación del dólar y la especulación que alimentan los inversionistas; los cuales, en víspera de la reunión del Banco Central Europeo (BCE) de este 3 de julio y el probable anuncio de un aumento en sus tasas de interés, han preferido abandonar los mercados accionarios y concentrarse en la compra de petróleo, vendido en dólares que cada vez pierden más valor respecto a las principales monedas del mundo.

Ahora, orientados por el aumento de la inflación en el mundo y la crisis alimentaria, los inversionistas, cuando ven que el dólar se deprecia corren a los mercados de materias primas para escudarse contra la inflación. Solamente, de jueves a viernes, el dólar pasó de 1.55 a más de 1.5791 dólar por euro, mientras que este lunes por la mañana se vendía por encima de los 1.58 dólares, al cotizarse en 1.5832.

Al final, terminó vendiéndose en 1.5749 dólares por euro y sus efectos sobre las bolsas de valores no fueron tan devastadores como el viernes pasado, sólo el DAZ Xetra, el Nasdaq Composity y el Nikkei 225 registraron números rojos, mientras que los otros indicadores mostraban ganancias mínimas y el petróleo cerraba a 142 dólares en Nueva York y 141.39 en Londres.

Bajo un escenario mundial, caracterizado por la amenaza de la crisis financiera de los Estados Unidos de América (EUA); el fantasma de la inflación que recorre Europa -que por ahora ya ha alcanzado 4% en la Unión Europea (UE) y 9% en Rusia en junio- y la crisis alimentaria; todo mundo está dando como un hecho que este jueves el BCE aumentará sus tasas de interés, al menos en un cuarto de punto, dejándolas en 4.25%; lo que de confirmarse, provocará un fortalecimiento mayor del euro y, probablemente, una profundización de la devaluación del dólar, que producirá mayores desequilibrios.

Pero aún así, todo mundo sigue echándole más leña a la hoguera especulativa en torno a los precios del petróleo, ya no son sólo las declaraciones de los miércoles del secretario de energía de los EUA, ni las tensiones geopolíticas en Asia o Medio Oriente; ahora se especula sobre la disponibilidad futura de este energético y sus precios, de los que el presidente de la empresa rusa Gazprom, Alexei Miller, ha señalado que podrían llegar a 250 dólares (Financial Times), descartando toda influencia de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en ellos; se especual sobre la suerte de la producción de Nigeria, ahora envuelta en un conflicto militar interno, que ha hecho de las instalaciones petroleras su principal objetivo y sobre el nivel de la reducción de la producción de petróleo de Libia; pero también se especula, sobre la posibilidad de una intervención de EUA en Irán, que continúa con su plan de producción de energía nuclear.

Pero no sólo los precios del petróleo siguen aumentando en el mundo, también el acero ha batido e impuesto nuevos récords. En los EUA el precio del acero aumentó en 3.1% y se vendía a mil 52 dólares la tonelada, luego que su récord anterior fuera de mil 20 dólares en mayo pasado. Pero como todas las materias primas hoy, la explicación es la misma, el aumento de los precios de los carburantes está inyectando impulso a los precios.

La desaceleración de la economía de los EUA solo está sirviendo para alimentar la especulación, salvo el impacto sobre las importaciones de productos mexicanos, bajo una ardua competencia con los chinos desde hace años y largamente dependientes de su salud; pues si las importaciones de acero en EUA se redujeron de 14.77 millones de toneladas a 13.15 millones, según American Iron & Steel Institute, esta disminución en la demanda ha sido compensada por el aumento en el consumo de Brasil, Rusia, la India y China.

Pero todo esto, ya está impactando los mercados de los automóviles, los cuales ante el incremento de los precios de las materias primas, han decidido aumentar el precio de sus unidades; según la empresa Nikkei, el grupo Toyota estaría aumentando su precios entre 1 y 3% en los próximos meses.

Así, reuniones van y reuniones vienen en el ámbito internacional, cumbre del G8, foro sobre energía en Roma, conferencia entre países productores y consumidores de petróleo en Arabia Saudita, etcétera, etcétera; pero hasta ahora, sólo han servido para la retórica de los discursos de los líderes mundiales, mientras la volatilidad de los precios del petróleo continúa y la salud de la economía mundial sigue en riesgo, bajo la amenaza de crisis financiera de los EUA y el fantasma de la inflación, poniendo en peligro la estabilidad del planeta, en particular en aquellos países pobres no productores de petróleo, que aparte de comprar alimentos caros, tendrán que destinar mayores presupuestos para adquirir petróleo, si no quieren ver colapsar sus economías y verse enfrentados a revueltas populares.

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